Cuando se requiere tanto una «alta resistencia a los terremotos» como un «espacio abierto», suele tener más sentido tener un espacio principal en el segundo nivel porque la cantidad de muros requeridos estructuralmente es menor que en el primero.
En este caso, pretendemos conseguir el máximo volumen espacial en las condiciones dadas, absorbiendo el entorno de la «calle privada», proyectando un espacio en el que el interior y el exterior sean perfectamente continuos.
Con una configuración sencilla y clara y un «marco de puerta» de 8,0 m de ancho, consigue un rendimiento sismorresistente bien equilibrado con una gran apertura. Esta «calle privada» se extiende hacia el interior, formando una comunidad unificada.
Creemos que al incorporar la ubicación singular de cada camino en el espacio habitable, es posible proporcionar una referencia para las nuevas tendencias en el desarrollo regional y formar una comunidad residencial vinculada a las industrias locales.
Además de su papel como elemento antisísmico, el enorme «marco de la puerta» da ritmo al espacio, organizándolo en intervalos regulares. Cada una de estas aberturas cuenta con rieles, donde es posible convertir las diferentes áreas en espacios privados según lo que requieran los habitantes.
Para hacer un mejor uso del terreno limitado de la casa, los aleros se extienden al costado de la calle para crear espacio externo adicional, de modo que la huella de vida de los residentes pueda filtrarse en el área al aire libre debajo del gran techo.
Gracias al entorno que nos rodea, pudimos aprovechar los terrenos colindantes, incluida la calle, como espacio para la vivienda. Es una forma de construcción que ha arraigado en este terreno, hecha por la mezcla de la demanda que pide el residente y la forma de estructuración para resolver el terreno.
